Moby Dick

Publicado: noviembre 23, 2011 en Libros

El Pequod navega tranquilamente por el índico, con las cabezas de dos ballenas colgando de popa como dos macabros trofeos . Una de las cabezas es la del cachalote, el rey de los mares. La otra es de ballena franca, animal bastante menos digno que su primo, cuya grasa y aceite es de menor calidad. El capitán Ahab sale de su camarote, observa  el sol y el doblón de oro que, refulgiendo suavemente a la luz del atardecer, ha clavado en el mástil prometiéndoselo al primero que vea a la ballena blanca. Se dirige a popa. Observa las cabezas de sus ballenas. No las mira con la satisfacción del capitán que está cumpliendo con su labor, no, las mira con autentico odio, deseando que fuera la cabeza de Moby Dick la que colgara en estos momentos de su barco decorado con huesos de ballena. La tripulación en su momento murmuró sobre la pérdida de tiempo que supone cazar y despellejar un ballena franca, pero Ahab sabe, por mediación de su sombra, de su demonio Fedallah, que un barco en el que cuelguen las cabezas de estas dos ballenas será afortunado en su pesca. Y él tiene la pesca más importante de su vida por delante.  Su pierna de marfil le incomoda, así que coge un arpón y lo clava profundamente en la cabeza del cachalote. Apoyando su peso en él a modo de muleta le habla al cadáver:

Habla, enorme y venerable cabeza… y dinos el secreto que hay en ti. Esta cabeza sobre la que ahora brilla el sol se ha movido por los cimientos del mundo. Donde se oxidan nombres y armadas sin anotar, y se pudren esperanzas y ancoras nunca dichas… has dormido al lado de muchos marineros, donde insomnes madres darían sus vidas por acostarles. Tú viste al oficial asesinado cuando los piratas le tiraron de la cubierta a media noche y sus asesinos siguieron navegando incólumes. ¡Oh, cabeza, tu has visto bastante para desgajar los planetas y hacer infiel a Abraham y no dices ni una silaba!

Ahab tiene ese Don. La lucidez que se alcanza después de atravesar la locura, como un trozo de hielo rodeado de mareas de olas en llamas. El método en la locura.  En palabras de Conrad: “perfectamente lucido, cierto que concentrado en sí mismo con una intensidad horrible pero no obstantemente lucido… pero su alma sí que había enloquecido, se había estudiado a si misma y se había vuelto loca

Un hombre arisco, viejo, amargado que prevé su final y decide salirle al encuentro, arrastrando consigo a otros a al desastre. Amargado por la pérdida de su pierna, un hombre mutilado  y carcomido, monoobsesivo. Ahab es rico, tiene un hijo y una joven y bella esposa que le espera en puerto. No le importa. Para él carece absolutamente de relevancia. Solo existen dos cosas en este mundo, él y la ballena blanca. El resto de las personas de este mundo,  son medios, prolongaciones de sí mismo: “Ahora todos somos Ahab”, dice a su primer oficial, después de forzar a toda su tripulación a un juramento en virtud del cual perseguirán a la ballena blanca hasta las mismísimas puertas del infierno y más allá. Pacta con los poderes de las tinieblas para lograr su empeño. Consigue expulsar de dentro de si mismo al Parsi, su sombra, su demonio, que se burlara de él proporcionándole los medios para aniquilar a la ballena (un arpón forjado por el mejor metal y templado en sangre pagana y una profecía que cuya interpretación más lógica indica que matara a la ballena, pero, como todas las profecías, no es más que una broma de mal gusto cargada de ironía). Un hombre que vive en medio de una pesadilla febril, un hombre absolutamente solo, salvo por la excepción del marinero Pip, un negro encantador y cobarde cuyo ser quedo sepultado en el fondo del mar cuando saltó dos veces de una de las lanchas balleneras en medio de una caza por pánico a la cola del cachalote. La primera vez que saltó se lo perdonaron, después de  la bronca correspondiente en la que le recuerdan que «una ballena se venden por treinta veces lo que usted, Pip, en Alabama». La segunda vez no hubo piedad ni perdón por su cobardía. Su lancha ballenera le ignoró, así como las otras dos que la seguían. De pura casualidad fue recogido por el Pequod. “ El mar, burlonamente, había conservado su cuerpo infinito, pero había ahogado el infinito de su alma… Así la locura del hombre es la cordura del cielo y para bien o para mal, el hombre se siente entonces libre de compromiso e indiferente como su Dios

Para Ahab , él y Pip son los únicos tripulantes del barco. Pip es el único que recibe muestras de cariño del capitán, a pesar de ser un absoluto inútil en la pesca de ballena. El resto de la tripulación carece de relevancia. Su primer oficial, el serio, responsable y metódico Starbuck,  es parte de él, el que le ayuda a subir al mástil para intentar localizar a la ballena. Ni siquiera este hombre lógico, más preocupado por llenar las bodegas del barco de buen y aromático aceite de ballena que de perseguir una obsesión, puede sustraerse del influjo del capitán. Porque durante un momento de la travesía, cuando prácticamente se subleva contra él reprochándole la estupidez que está cometiendo, faltando a su sagrado deber con los propietarios, con Ahab riéndose en su cara y mandándolo al carajo, Starbuck le mira a los ojos y lo único que siente es una enorme tristeza al ver la degeneración del viejo, alejado de todos. Ni siquiera cuando los presagios de muerte se van sucediendo uno, a uno mientras se aproximan cada vez más a la ballena blanca, a saber, la profecía del predicador loco del Jeroboam ,una tormenta brutal que intenta desviar al barco del lugar donde se sabe que esta la ballena, fuegos de San Telmo que recorren los mástiles, las desmagnetización de las agujas de la brújula, el fantasmal chorro que les sigue por todas partes a la luz de la luna, que le convencen del que el desastre es inevitable, puede animarse a abrir la puerta del camarote del capitán y volarle la cabeza de un tiro . Lo único que le queda es añorar a su hijo, y el desconsuelo de que nadie velara su cadáver.

El segundo oficial de Ahab (mi favorito), es Stub, Envuelto en el humo de su sempiterna pipa, mantiene el absurdo, el horror del mundo con su indestructible buen humor. Ante la sangre, el desastre, la locura de su capitán, ante el mismísimo  Moby Dick avanzando inexorablemente como la muerte, se ríe y dice que dado el agua que van a tragar, bien les valdría tener unas cuantas cerezas a mano para endulzarse la boca. Quizás por eso es el mejor ballenero, frio y desapasionado bajo su coraza de risas. El que empuja a su tripulación con una mezcla de insultos y bromas, sin que en ningún momento le flaqueé el pulso, manejando el arpón con la gracia y la elegancia con que un buen torero maneja el estoque frente a quinientos quilos de muerte con cuernos.

Antológica su reacción cuando consigue asesinar  a la primera ballena. A la luz de las candelas de aceite de esperma de la ballena que acaban de matar, a altas horas de la noche, rebana un filete de cachalote y exige a voces al cocinero que se lo prepare en ese mismo momento. Distraido por los ruidos que hacen los tiburones por borda mientras desgarran el cadáver del cachalote que cuelga inerte por babor, le dice al cocinero que le espante a los tiburones, a la par que le reprocha que no tiene que ni idea de preparar bistec de ballena . Luego se lo piensa mejor y le obliga a que les de un sermón. Y ahí tenemos a Stub, descojonándose de un viejo negro que estúpidamente llama al orden a los tiburones, llamándoles hermanos y pidiéndoles con toda la educación del mundo que hicieran un poco menos de ruido en su cena para que el segundo oficial pudiera disfrutar en silencio de la suya.

Como tercer oficial tenemos a Flask, pequeño, rechoncho, duro, que persigue a las ballenas no como un negocio, si no como una pasión, un odio que le hace un magnifico ballenero. Lo que le diferencia de Ahab es que Flask no profundiza en las causas de su ser, ni pacta con las tinieblas.

Los recipientes de la preciosa sangre con que se  forja el arpón de Ahab son tres, los grandes paganos del barco , salvajes orgullosos como reyes, encargados junto con los tres oficiales americanos de pura cepa de nueva Inglaterra, de aniquilar a los cachalotes como sus arponeros principales. Al primero que conocemos es al entrañable Queequeg, un príncipe caníbal de generoso y de buen corazón que hará rápidas migas con el narrador, Ismael, antes de que ambos se embarquen por decisión del dios de Queequeg , el negó Yojo, en el Pequod, Certero con el arpón como un francotirador, valiente como un choto joven y con la piel cruelmente tatuada y los dientes afilados. La pesadilla de un misionero cristiano que esconde a todo un príncipe guerrero. Este es el arponero principal de Starbuck. El siguiente es Tashtego,  uno de esos indios que cansado de arrancarles la cabellera a los diablos blancos de Tsêhe’êsta’éhe  o  Cabellos Rubios, se decide por arrancársela a los cachalotes, bajo las ordenes de Stub. El ultimo es el príncipe de ébano Daggoo, un gigante de más de dos metros que aterroriza al mayordomo del barco con sus prisas a la hora de devorar la comida (al único que no aterroriza es al español que hay embarcado en el Pequod. Como buen paisano, en cuanto el negro se pone chulo tira de navaja. Como no podía ser de otra forma, el único tripulante ingles pide a gritos que le quiten la navaja al español. Se ve que nos conocía)

También, como simple marinero, tenemos a  Isamel, el narrador. Un poeta soñador, trasunto de Melville, que decide regalarnos esta obra, mezcla de sueño y sesudo análisis científico de la ballena y de las características de su caza. Hay pocos capítulos en la literatura tan jodidamente hermosos como  en el que  nos describe emocionado lo que ven el mismo y los tripulantes de su lancha ballenera tras introducirse en el mismo corazón de una manada de dos mil ballenas. Queequeg, certero como siempre desde su lancha, arponea a una de las grandes ballenas que nadando en círculo protegen el interior de la manada. Esta ballena, aterrada por el hierro que tiene clavado, huye introduciéndose en la manada de ballenas, arrastrando con ella a la lancha ballenera de Ismael. Nuestros balleneros consiguen esquivar, por una mezcla de suerte, cojones y pericia, un laberinto de cuerpos, bocas y colas de ballenas adultas, hasta que llegan al mismo centro del huracán, un circulo de paz rodeado de muerte.  Ahí, sobrecogidos, observaran en las cristalinas aguas a las ballenas bailando dentro del agua con sus parejas, perpetuando la especie, a pequeñas crías mamando de sus madres y hasta pequeños cachalotes que curiosos o aterrados se aproximan a la lancha para que los balleneros les acaricien la cabeza. Ante el extraño y en ocasiones absurdo comportamiento de las ballenas en los momentos de caza, que son capases de pasar de una fuerza asesina a una docilidad más propia de una oveja camino del matadero, el propio Ismael reflexiona indicando que no nos precipitemos a juzgar como estúpido el comportamiento de la ballena, ya que basta observar la reacción de una multitud en un teatro en llamas para dejar claro que la estupidez gregaria no es ni mucho menos una característica exclusiva de los animales de Dios.

Y por supuesto, Moby Dick.

Primera pregunta. ¿Qué es Moby Dick?. Respuesta. Todo. Todo lo que quieras. Esa es la belleza del libro. Al diablo con lo que digan los expertos y hasta el propio melville, que fue lo suficientemente astuto como para que en el libro nunca  se nos dieran certezas de lo que simboliza su ballena. He leído de todo. El capitulo del “el color blanco” parece indicar que Moby Dick significa la búsqueda de un Dios salvaje, al ser el color blanco una de las atribuciones de la divinidad (tomando como ejemplo el  toro blanco en el que se metamorfosea Zeus). También puede ser  la personificación de nuestras obsesiones, o  la atribución a un simple animal como es Moby dick de características humanas, como la crueldad o la inteligencia, cuando no es más que un cachalote albino que se defiende cuando le atacan. (Esta teoría, con todos los respetos por su autor, que fijo que sería un lumbrera del análisis concienzudo de novelas, me parece un chorongo. Que me explique entonces como es que las orcas se pasan unas a otras a modo de macabra pelota crías de foca aun vivas).Hasta que es… ¡una  metáfora de la adición a la cocaína! (ese Ahab medio loco buscan un buen pollo de mandanga por Japón… manda huevos). También puede simbolizar  la naturaleza, el destino, el océano, y el universo en sí.

Mi favorita es la de Miguel Lopez-Neyra.  Moby Dick es  un cachalote que hace un pacto con Dioses Submarinos más viejos que la propia tierra por mediación del Kraken.  La letra de este pacto lo lleva gravado en su propia frente, llena de cicatrices, que no son si no los jeroglíficos de un lenguaje que ya era viejo cuando los mares se enfriaban en la tierra. ¿Sus condiciones? “Te otorgamos un color y un Nombre, además de la  Inmortalidad (Ni siquiera el Arpón de Ahab puede con él), la inteligencia (Va directamente a por la estachas, las cuerdas que aprisionan a sus congéneres para liberarlos del hombre), la ubicuidad (capitanes juran que lo vieron al mismo tiempo en dos lugares del globo distintos), y la fuerza (es capaz de derribar barcos balleneros enteros)…  y en pago de este contrato, asistido por una cohorte de tiburones que prácticamente arrancarán las palas de las lanchas balleneras a bocados, haciendo que el océano hierva en una tormenta de espumas, aleta y dientes, nos darás  los esqueletos de los marineros que llevaras al fondo del mar hasta la guarida del Kraken, para que este disponga de sus huesos en macabras formas como ofrenda  a nosotros, Dioses cuyos sueños ebrios dan forma a esta realidad mientras dormimos en una estrella”.

Los dioses paganos de Ahab, más jóvenes, no pueden con los Dioses más viejos e indiferentes de Moby Dick. Lo único que puede hacer Ahab mientras el cadáver de Fedallah le observa irónico atado a su ataúd de carne blanco, es decir esa magnífica maldición: “Desde el corazón del infierno, te apuñalo” para luego ser arrastrado a las profundidades,  todavía vivo dentro de la ballena como ya le tocó a Jonás, para observar aterrado y exultante los secretos de ese mar en el que, después de cuarenta años navegándolo, solo llegó a conocer un infinitesimal parte de su superficie.

Y ahora, flotando tranquilamente en el ataúd de Queequeg, esperemos que pase el Raquel buscando a sus hijos perdidos.

comentarios
  1. Ak dice:

    Válgame Dios o los dioses paganos de Ahab, qué entrada tan compleja Isismoking, y tan cojonuda, por cierto.

    No me he leído el libro, pero me da la sensación de que lo has desentrañado muy bien. Sólo puedo decirte que la espera por una entrada nueva tuya, ha merecido de sobra la pena.

    Por cierto, ese detalle del español tirando de cachicuerna y ese inglés pidiendo que se la quiten llena de orgullo y satisfacción mi espíritu patriótico 😉

    • isismoking dice:

      Ak, en cuanto puedas, y con tiempo (se debe leer despacio, empapándote en cada una de sus páginas) hechale el diente. Lo del Español tirando de chachicuerna tambien llenó mi corazon de orgullo, hahahaha.

  2. Herep dice:

    Isis,

    Perfecto el análisis, sí señor.
    Moby Dick… Uno de los tres mejores libros que leí en toda mi vida. Espectacular.
    Sabes… curioseando de pequeño en la casa de un amigo, dí con una edición del libro… y empecé a leerlo. El inicio… los primeros párrafos en los que Ismael «siente» la llamada de la mar… increibles. Valieron para que, esa misma tarde, me comprara mi Moby Dick. Siempre fui un enamorado de la mar… y, Moby Dick, huele a mar en cada una de sus páginas.
    Cierto que, en algunas ocasiones, parece un estudio de la familia de los cetáceos y de su caza… pero eso mismo lo hace inolvidable.
    Como bien dices, Moby Dick puede representarlo todo porque no hay unanimidad en lo que a su significado se refiere… y, para mí, eso es lo bueno del libro. Moby Dick es todo. Es la Vida y la Muerte. Es el camino.

    «Y Dios creó a las ballenas».

    Un abrazo, Isis.

  3. Poquito humor dice:

    No era job, sino jonás quien se lo tragó la ballena, luego te creerás con autoridad de revisar biblias y coranes, anda que…

  4. isismoking dice:

    Coño, no creí que nadie llegara a leerse el final del post! Gracias por el toque, ahora mismo lo cambio.

    Y efectivamente, me creo con la autoridad suficiente para decir lo que me de la gana de cualquier religión. No vivo en Afganistán o Arabia Saudí, que yo sepa.

  5. Gustavo dice:

    En La Biblia se puede leer completo el libro de Jonás, donde se narra su historia y cómo al desobedecer a Jehová, es desterrado en un barco y de allí es tirado al mar donde es tragado por un enorme pez que luego lo vomita en una isla. Mobby Dick es una referencia a una desobediencia de carácter religioso. Moby Dick viene a ser el medio por el cual Dios castiga a Jonás para que enmiende su actitud, lo cual hará más adelante. Es otra demostración del temor que pretende la Iglesia imponer a los que osan ser heréticos. El nombre «Moby Dick» puede significar simplemente el grupo de Richard pues Dick es el apelativo de los Richards antes que se le diera otra connotación que es posterior y que provino del mundo Afroamericano. Moby puede tratar de un grupo pequeño de seres de voluntad tumultuaria. En este caso su jefe sería el Capitán Ahab. Es por eso que todos menos uno son castigados por haberse atrevido a desoir las leyes divinas. Uno se debía salvar para contar la historia, sino cómo la contaría Melville.

  6. martincx dice:

    Gran artículo, yo leí la versión de bolsillo y creo que me debo la revision del original.

    Un saludo

  7. […] con la prosapia de los Grimm  y  H. C. Andersen,  el gato Murr de E. T. A. Hoffmann, la ballena Moby Dick de Melville o la Rebelión en la granja de Orwell. Hacer de un graznido o el coletazo de un […]

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